domingo, 26 de octubre de 2008

Situación crítica: 'Deadline Factoría'


Factoría atraviesa momentos difíciles. La marcha de Aurora 'directora' Moreno ha precipitado los acontecimientos y evidenciado las inercias tóxicas del 'departamento' -sí, nosotros también hemos sido víctimas de la exuberancia irracional de los 'happy times'- . El tiempo apremia. Nos aproximamos peligrosamente al abismo de los tomos sin plan general o sencillamente sin plan. Algunos ya han tenido la pesadilla premonitoria de llegar al próximo día de cierre sin tomo alguno que ofrecer.

Por eso nos hace falta un 'Plan B' -en homenaje a nuestro Carlos 'aka' Fervisán-. El Jefe se ha dado cuenta de la situación, así que este lunes a las 11.30 horas tenemos una reunión en la que nos apretaremos circunspectos las clavijas los unos a los otros. A ver qué pasa.

viernes, 17 de octubre de 2008

Que entre por la vista no lo convierte en entrevista


En vista de que la participación de los blogueros en este portal brilla por su ausencia, me veo abocado a continuar con mis paranoias mentales a modo de monólogo.

Otro aspecto del mundo de la edición que me ha llamado la atención, y que, por desgracia, suele ser característico del 90% de los plumillas de este país, también llamados –o, mejor dicho, mal llamados- periodistas, es el gusto por las entrevistas que yo llamo biográficas. Y no es porque se cuente la vida del entrevistado, ni mucho menos. Las denomino de este modo porque el mamonazo que las escribe suele incluir preguntas de varios párrafos, no se sabe muy bien si adelantando la respuesta –que siempre es mucho más corta-, completando la respuesta anterior, dándoselas de listo o, simplemente, contando su vida –que es la opción por la que yo apuesto y por la que concedo a estas entrevistas la categoría de biográficas-.
Al final volvemos a lo de siempre. A más líneas, más pasta. Y si la entrevista ha dado poco de sí, pues yo meto todos los datos que el tipo no me ha dicho en la pregunta, aunque termine aburriendo al mayor de los hiperactivos.
Podría poner infinidad de ejemplos, pero bastará con uno –alterado brevemente para eliminar la literalidad que los derechos de la publicación impiden reproducir-.

P- El grupo nació en 1980. La idea de Manolete pronto contó con tu apoyo; y luego conseguisteis fichar a Menganito –que es el mejor batería de la historia-, y entre los tres os pusisteis a componer a destajo mientras le dabais al hachís en el garaje de tu abuela. Al final, todo se puede resumir en que vuestro grupo es el mejor de la historia y que tú eres el cantante más guapo y más majo que ha pisado este país.

Algo así, con unos personajes melenudos -con apellido de quien se queda en casa en verano mientras la parienta se va a la playa- me encontré yo no hace mucho tiempo, para estupefacción mía y de mis debilitadas neuronas.
Lo mejor era la respuesta, que decía algo así como…

R- Exacto.

Una entrevista con todas las de la ley, ¿verdad? Vale que el tipo sea un rancio… Pero entonces, ¡hazle más preguntas!, ¡dale dos hostias para que reaccione! o ¡mándale a tomar por culo y llama a alguno de los otros dos fumadores de hierba!

En fin… Siempre será mejor una entrevista de este tipo que otra inventada… Algo que, aunque parezca increíble, también se puede encontrar por estos lares factorianos, especialmente si el protagonista ‘entrevistado’ es un tipo que se siente muy orgulloso de haber participado en una acción bélica –porque le sacó de una tortuosa y muy verosímil vida de drogas, alcohol y prostitución-, pero se niega a dar su nombre –y por supuesto a aportar material fotográfico que pueda dar fe de su heroica estancia en la conflictiva zona en cuestión- para no revelar su identidad.
Esto no se lo creen ni los tres músicos anteriormente citados tras haberse fumado el cannabis de toda Jamaica.

En la imagen, el cantante de la banda roquera (tras la muerte de sus dos compañeros de jaima por VIH, decidió volcarse en su fe espiritual y hacer reverencias a la virgen María)

miércoles, 8 de octubre de 2008

¡Qué bien! ¡Una cita!


Pese a lo que este título podría sugerir, en las producciones de Factoría no hay espacio para los anuncios de citas, eso lo dejamos para secciones de esta santa empresa menos serias, como por ejemplo ese periódico de relevancia nacional que durante sus más de 15 años de existencia ha destapado tantos y tantos casos de corrupción.
En nuestro ámbito de trabajo, las citas equivalen al entrecomillado de sentencias que han pasado a la posteridad y que otorgan a cada texto un argumento de autoridad ineludible para el mejor conocimiento de cada tema. Bueno, o eso es lo que deberían ser…

[Según el periódico ‘La cloaca’, “el día del estreno de la película abundaban entre el público asistente los cabellos engominados y las botas rosas de plataforma elevada”, mientras que para ‘El Ejecutor’, “lo más destacado del acontecimiento fue la asistencia de Pepita Pérez, quien declaró estar contentísima de asistir al acto porque así le firmaría un autógrafo el protagonista del filme”. Mucho más contundente se mostró el director, Adolfo Iturbe, quien declaró que “esta película, con un presupuesto muy pequeño, es una muestra de todo lo que puede dar de sí el cine de nuestro país”.]

Interesante, ¿no? Citas de trascendental relevancia sin las que nadie podría conocer el contenido de la película del tal Iturbe. Obviamente, no. Son auténticas chorradas, pero muchas veces vienen bien para rellenar, igual que los algodones elevan los pechos de las señoras menos dotadas o dos pares de calzoncillos pueden hacer que un tipo acomplejado sienta su paquete más voluminoso.
El problema surge cuando un texto se compone de citas y citas, una detrás de otra, sin nexo de unión alguno y con un contenido tan cuestionable como el de los anteriores ejemplos. Uno acaba volviéndose loco, ya no sabe de qué iba lo que estaba leyendo… “¿Esto iba de zapatos de plataforma? Ah, no, de fans de un grupo musical… Pues va a ser que tampoco… ¡Coño! ¡Si esto versaba sobre cine!
Los ‘autores’ que gustan de abusar de este recurso, aparte de una preocupante carencia de imaginación, suelen provocar las sospechas de los ávidos editores, quienes comienzan a copiar las citas y pegarlas en Google, con la esperanza de encontrar el plagio en cuestión y poder, con un sólido argumento, cagarse en los muertos del susodicho.
Tras debates y debates durante largos años de deliberación, algunos han llegado a la conclusión de que el abuso de este recurso sólo responde a un objetivo: meter más y más caracteres y ganar más y más dinero (¡Coño! Igual que los anuncios de citas del periódico… porque, aparte de dar dinero, no creo que nadie encuentre su media naranja telefoneando a una jovenzuela que se presenta como “madura y sincera. Llámame y voy a tu casa vestida de bombero”).

Imagen: La ingenua jovencita del anuncio en cuestión.

¡Ni se te ocurra meter ahí la mano!


Siguiendo con autores estelares, hoy toca repasar a aquellos otros (curiosamente suelen coincidir con los plecados) que envían Biblias en formato Microsoft Word. ¿Biblias? Sí, Biblias. ¿Por qué? Porque su texto suele ir acompañado de una advertencia del editor-jefe: “A éste no se le puede tocar nada”.
“¡Pues qué bien! Esto va a ser facilito… ¡Menos trabajo para mí!”. El problema, como antes adelantaba, es que estos escritores suelen ser aquellos plecados que hablan de asuntos paranormales, con escaso hilo argumental y menor rigor informativo. Eso sí, en algunos casos su propia narración introduce que la cosa será complicada. “La crónica terrorista de este año no es fácil”, decía uno recientemente. Desde luego, el editor que tuvo que enfrentarse a ese texto puede corroborar que esa advertencia era totalmente cierta: la crónica era terrorista, y entender lo que ese tipo había escrito no era nada, pero que nada fácil. Pero tú no lo puedes tocar, así que tragas saliva, gritas con todas tus fuerzas (pero hacia adentro, para que nadie te oiga) y haces la vista gorda. Y sigues.
Y, de repente, piensas: “pues no se le podrá tocar… pero yo pensaba que ‘relijión’ se escribe con ‘g’ y ‘boluminoso’ con ‘v’. Después de tres erratas, piensas: “Que le den mucho por el culo, este tío es un asno y no sabe escribir, así que dudo mucho que pueda recordar cómo era su texto original”. Y se lo cambias todo de arriba abajo, aportando un poco de coherencia narrativa, disimulando las inmensas lagunas e incongruencias, experimentando un placer semiorgásmico y sintiendo unos deseos irreprimibles de quitar la firma –y sobre todo la pleca- de un tipo que no merece que un texto de tamaña calidad vaya acompañado de su rúbrica.
Al parecer, algunos editores no han logrado reprimir este deseo y han ejecutado firma y pleca por no ejecutar al ‘autor’.

Imagen: Parábola del “texto que no se puede tocar”; le pones una florecita y un lacito y se lo envías al editor para que se lo coma con patatas.

martes, 7 de octubre de 2008

Plecas... ¡Porque yo lo valgo!


Como recién llegado al universo factoriano, analizaré brevemente uno de los aspectos de la edición que más ha llamado mi atención: los autores que tienen pleca.
Lo primero que piensas es: "¡Vaya, tiene pleca! ¡Alguien de reconocido prestigio e internacional fama literario-periodística!". Y lo primero que haces es mirar su nombre, entonces piensas: "¿Quién coño es éste? Bueno, soy un ignorante, así que no tengo por qué conocerle". Inmediatamente, lees su texto. No te convence demasiado, pero piensas, "tiene pleca, así que mejorará con el paso de las líneas". Pero la cosa no mejora. Cuando ya has editado tres páginas se te ha olvidado el nombre del tipo o tipa y si tiene o no pleca. Lo único que piensas en ese momento es en terminar con esa agonía, editar el texto y olvidarte, antes de quedarte dormido sobre el teclado. Quito una plabra de aquí, pongo otra por allá, por aquí ajusto con un -3, por allá con un +2... ¡Por fin! Editado. A otra cosa mariposa...
Pero alguien lo lee y te recuerda: "Este tío tiene pleca". ¡Mierda! Hay que ganar espacio, pero supones que éste será escaso, "una pleca no puede tener más de una o dos líneas"... Pero, ¡sorpresa!, tiene cuatro líneas... "Joder, esto es un currículum en miniatura". La sorpresa vuelve a asaltarte cuando ves: "Especialista en temas paranormales y autor de 'Yo vi a Matusalén'". Joder, pero si el tema versaba sobre el nuevo ministro de Agricultura..., qué tiene que ver eso con lo sobrenatural... y qué coño pinta un especialista en temas sobrenaturales hablando de política agraria. Entonces vuelves a leer el texto, en el que tú ya habías notado ciertas carencias, lagunas, datos que faltaban... Empiezas a comprender por qué el susodicho autor había analizado las relaciones del nuevo ministro con el Opus Dei, "claro, es que el menda lerenda es especialista en temas sobrenaturales". Pero sigues leyendo y todo te parece absurdo y concluyes, "este mamonazo me ha vendido la moto para justificar su pleca".
Y entonces te das cuenta de que las plecas son una farsa, de que los aires de grandeza de algunos les llevan a exigir unas líneas con las que deben sentirse importantes y de que no eres un ignorante, al susodicho no le conocías simple y llanamente porque no le conoce ni Dios y precisamente por eso tiene pleca, para que alguien se compre el puñetero libro que escribió en su día y que, dicho sea de paso, nada tenía que ver con el tema del que ha hablado. Conclusión: la pleca no es algo positivo sino todo lo contario, ya que quien la utiliza habla de temas de los que no tiene ni idea con el único fin de endiñarte la plequita, por lo que si alguien termina reparando alguna vez en ese autor será para concluir: "¡Vaya paquete, no tiene ni idea de lo que habla y encima me viene con historias paranormales!".

Para terminar, nada mejor que recurrir a nuestra particular Biblia, la RAE:
'Pleca: Filete pequeño y de una sola raya'... El filete será pequeño, pero lo que hay debajo suele ser muy pero que muy largo... y de una sola raya nada de nada, los 'plecados' deben ser, si nos atenemos a las chorradas que escriben, gentes que deben de meterse entre pecho y espalda más de una raya, y más de dos.

En la imagen, una editora tras leer una pleca de cuatro líneas (o más).

Claves para la normal comprensión del blog

Para poder comprender los comentarios y opiniones que se vertirán en este blog, los lectores deberán familiarizarse con términos relacionados con el mundo de la edición -track, pleca, caracteres, ladillos...- y otros, más particulares, unidos directamente al mundo de la edición factoriana -plagio, jeta, corregir, comprobar, rehacer, RAE, JC, Wikipedia...-. Para ello, intentaremos explicar el significado de cada uno de estos términos; no el expresado en el Diccionario de la RAE, sino el real -el que gracias a la comprobación empírica hemos podido llegar a conocer en un grado medianamente elevado-.