
Pese a lo que este título podría sugerir, en las producciones de Factoría no hay espacio para los anuncios de citas, eso lo dejamos para secciones de esta santa empresa menos serias, como por ejemplo ese periódico de relevancia nacional que durante sus más de 15 años de existencia ha destapado tantos y tantos casos de corrupción.
En nuestro ámbito de trabajo, las citas equivalen al entrecomillado de sentencias que han pasado a la posteridad y que otorgan a cada texto un argumento de autoridad ineludible para el mejor conocimiento de cada tema. Bueno, o eso es lo que deberían ser…
[Según el periódico ‘La cloaca’, “el día del estreno de la película abundaban entre el público asistente los cabellos engominados y las botas rosas de plataforma elevada”, mientras que para ‘El Ejecutor’, “lo más destacado del acontecimiento fue la asistencia de Pepita Pérez, quien declaró estar contentísima de asistir al acto porque así le firmaría un autógrafo el protagonista del filme”. Mucho más contundente se mostró el director, Adolfo Iturbe, quien declaró que “esta película, con un presupuesto muy pequeño, es una muestra de todo lo que puede dar de sí el cine de nuestro país”.]
Interesante, ¿no? Citas de trascendental relevancia sin las que nadie podría conocer el contenido de la película del tal Iturbe. Obviamente, no. Son auténticas chorradas, pero muchas veces vienen bien para rellenar, igual que los algodones elevan los pechos de las señoras menos dotadas o dos pares de calzoncillos pueden hacer que un tipo acomplejado sienta su paquete más voluminoso.
El problema surge cuando un texto se compone de citas y citas, una detrás de otra, sin nexo de unión alguno y con un contenido tan cuestionable como el de los anteriores ejemplos. Uno acaba volviéndose loco, ya no sabe de qué iba lo que estaba leyendo… “¿Esto iba de zapatos de plataforma? Ah, no, de fans de un grupo musical… Pues va a ser que tampoco… ¡Coño! ¡Si esto versaba sobre cine!
Los ‘autores’ que gustan de abusar de este recurso, aparte de una preocupante carencia de imaginación, suelen provocar las sospechas de los ávidos editores, quienes comienzan a copiar las citas y pegarlas en Google, con la esperanza de encontrar el plagio en cuestión y poder, con un sólido argumento, cagarse en los muertos del susodicho.
Tras debates y debates durante largos años de deliberación, algunos han llegado a la conclusión de que el abuso de este recurso sólo responde a un objetivo: meter más y más caracteres y ganar más y más dinero (¡Coño! Igual que los anuncios de citas del periódico… porque, aparte de dar dinero, no creo que nadie encuentre su media naranja telefoneando a una jovenzuela que se presenta como “madura y sincera. Llámame y voy a tu casa vestida de bombero”).
Imagen: La ingenua jovencita del anuncio en cuestión.
1 comentario:
Bueno, menos mal que en este blog de frikis hay fotos de tias buenas. Ya me estaba cansando de tanto plagio y tanta pleca.
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